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miércoles, septiembre 19, 2007

Criterio estético

por Luis Ossa Gajardo

Es la facultad de sentir y apreciar la belleza. O en menos palabras poseer dentro de sí: el instinto de lo bello.

La persona que lo posee sabe descubrir al instante la belleza, dondequiera que se encuentre, y al paso que lo feo le repugna, lo bello le deleita y emociona.

Voltaire definía este instinto como" el sentimiento pronto de una belleza entre los defectos y de un defecto entre las bellezas" El criterio estético es, pues un don natural; nace de la sensibilidad y delicadeza de espíritu. Inútil sería pretender adquirirlo como se adquiere una ciencia mediante un grado académico otorgado por alguna Universidad; sin embargo, es posible educarlo mediante la lectura atenta de las obras maestras, la que será particularmente fecunda si se hace conjuntamente con estudios interpretativos y sin descuidar, por cierto, la observación inteligente de la vida.

Con estas palabras introductorias, deseamos referirnos a la trascendencia de la crítica literaria.

El primer crítico:

El primer crítico de una obra literaria es su propio autor. Estoy seguro que ningún poeta o escritor se atreve mostrar su obra creativa a eventuales lectores sin someter primeramente bajo su propio y natural impulso crítico la depuración de su propia escritura y, no quedará satisfecho -al menos el autor honesto- hasta alcanzar el grado armónico deseable para su obra. En consecuencia, acto seguido del impacto emocional de su primer fruto, sentirá que debe elevarlo a una determinada jerarquía artística, dignidad estética de nuestros propios escritos a que, sin duda, todos aspiramos. Después de estos íntimos acontecimientos somos lisa y llanamente júbilo o padecimiento. Aprobamos o desaprobamos nosotros mismos nuestra propia obra creativa; esta va a la impresión o esto va al canasto de los papeles.

La importancia de la crítica:

Hemos enunciado en las primeras líneas que el criterio estético es un don natural, por lo tanto, no todos pueden ser críticos. En esta era de relativismo alarmante, cualquier persona que trasmita sus sensibles e íntimas confidencias a un papel, por respetables y legítimas que estas sean, cree ser artista de la palabra, es decir con pomposa resonancia autoproclámense por doquier: Poetas. Del mismo modo ocurre con los mal llamados críticos que sin tener aquel repliegue interno de una insondable visión que sólo otorga un espíritu sensitivo, se atreven a analizar una obra literaria con una mirada tangencial y sin profundidad óntica.

La misión del crítico literario verdadero es tener la capacidad de ver las abstracciones, las esencias, las ideas con inteligencia bajo valores subjetivos y objetivos a la vez. Y gracias a su espiritualidad se desdobla íntimamente y, deja de ser el que es, entra en la obra que le rodea y lo traslada a su interior. La obra literaria para el crítico no es la ciudad que se recorre con la prisa de un turista. El análisis literario es para el auténtico crítico, el fruto de un trabajo intenso, de una tarea agotadora.

Los valores subyacentes en una obra literaria:

Lo primero que capta un lector en una obra es que hay una fuente que brota y que esa fuente proviene desde el autor, en ella se recrea, se deleita si la obra es la fuente de aguas puras y transparentes.

¿Qué es lo que percibe un crítico en la obra que hábilmente analiza? En primer lugar la obra ante sus ojos, como en el lector, se presenta también como una totalidad.

El crítico debe penetrar en aquella unidad literaria, disertarla, desmenuzarla, olerla y palparla. No entra a la ciudad con la prisa de un turista extranjero, sino recorre detenidamente cada esquina con la mirada juiciosa de un buen arquitecto, observa cada arista con la virtud entrañable que le otorga su espíritu y discierne entre las líneas del equilibrio con los frontispicios grotescos que en ella hubiere.

Luego el crítico debe reconstituir y señalar con claridad prodigiosa los valores reales residentes en la obra. No pretendamos que el crítico perciba la totalidad de los valores o falencias de una obra, sin embargo, al menos el crítico debe tener el valor de señalar ciertos rumbos que conduzcan a buen puerto aquella nave que lleva la carga luminosa de la palabra, trátese de cuento, novela o poesía.







Crisis de buenos críticos literarios en Chile.

¿Quién no recuerda a Hernán Díaz Arrieta, el egregio crítico literario chileno? Alone nació en Santiago el 11 de marzo de 1891 y falleció en la Capital de Chile el 24 de enero de 1984. Eminentemente autodidacta, sin grado académico alguno alcanzó la gloria en la literatura chilena con su fecunda y temida pluma. En él se manifestó claramente el don innato de la facultad del criterio estético.

Fernando Alegría, extraordinario escritor chileno, nació el 26 de septiembre de 1918, falleció a los 87 años de edad el 29 de octubre de 2005, a las 9:20 PM, en la ciudad de Walnut Creek, al norte de California. Autor de innumerables ensayos y libros de asombrosa calidad, Fernando Alegría, fue un destacado profesor de la Universidad de Stanford, y vivió gran parte de su vida en USA, pero en la temática de sus múltiples libros destaca siempre una vinculación admirable con su país natal. Creo que perfectamente le son aplicables a este escritor las palabras del narrador-personaje de su novela Caballo de Copas: la verdad es que llevo la chilenidad, un tipo de chilenidad vaciado en el rostro. Soy de esos chilenos "vinosos", de pelo castaño claro, ojos pardos, piel rojiza, con un mapa de vinosos vasos sanguíneos en las mejillas y en la nariz. Además, me dejo crecer el bigote... Chileno del valle central, de boca ancha, labios gruesos..."

Su libro "Las fronteras del realismo" constituye una visión culminante de la literatura del siglo XX, libro que ha marcado el derrotero de este humilde servidor que en una tarde de septiembre escribe estas líneas. A través de los juicios de este verdadero crítico, del anterior y de otros posteriores, tempranamente comencé a reconocer y respetar la labor de los críticos literarios de mi país.

En 1982 en el Segundo Encuentro Nacional de Escritores Magallánicos tuve el privilegio de conocer personalmente en la austral Punta Arenas a Don Ernesto Livacic Gazzano, amistad que perdura hasta nuestros días.

Ernesto Livacic Gazzano, nacido en Punta arenas (1929), es académico, catedrático, crítico literario, autor de textos de estudio y de ficción literaria. Miembro de Número de la Academia Chilena de La Lengua, desde 1983. Recibió el Premio Nacional de la Educación en 1993 y ha sido acreedor de innumerables distinciones nacionales y extranjeras, entre ellas la de Doctor Honoris causa de la Universidad de Magallanes. Se ha desempeñado igualmente en diversos cargos directivos universitarios santiaguinos, además de haber ejercido como Subsecretario de Educación entre 1969 y 1970. En el campo de la narrativa publicó en 1983 "Cuatro cuentos australes". Como ensayista editó "La ruta literaria del Cid" (1978), "El futuro es tuyo" (En conjunto con su esposa Betty Rojas, 1983,1985) "Humanismo y Universidad" (1974), "Amor y educación" (1982), entre infinidades de trabajos más. Resultan clásicos sus textos de estudio "Páginas amigas" y "Literatura española" con varias reediciones y para distintos grados de enseñanza.

Para el suscrito es un honor haber recibido en varias ocasiones, sus críticas a través de la prensa nacional, críticas que, por cierto y por suerte han sido muy favorables hacia mi obra literaria, lo que en su oportunidad me causó asombro e intensa alegría, pues, Don Ernesto Livacic Gazzano es un crítico erudito y serio que no teme decir directamente la verdad.



También tuve la suerte de conocer a un extraordinario ensayista, poeta y crítico literario me refiero a un cultísimo hombre de letras, periodista y ex director de "El Mercurio de Valparaíso": Fernando Duran Villareal.

Nació Fernando Duran Villarreal el 19 de mayo de 1908 en Quilpué, ciudad donde su nombre figura al frente de un establecimiento educacional. Voluntad de servicio a través de la palabra-. Docencia universitaria, discurso político, testigo analítico desde "La Unión" de Valparaíso así como en algunas revistas culturales y en sus intervenciones radiales. Hombre esclarecido en materias heterogéneas. Cumplió, también, plenariamente su condición de Miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua.

En el año 1979 el Grupo de Arte "Lumbre" publica en España su antología "Poetas de Valparaíso" en su comentario destacó favorablemente la poesía del poeta Alfonso Larrahona Kästen y del que escribe estas líneas. Don Fernando Duran Villarreal falleció en 1982.



He sido testigo de la erudición poética y del análisis crítico de Don Norman Cortés Larrieu ex rector de la Universidad de Playa Ancha quién reconoce al autor del libro "Alzo la Voz" como digno representante de la Sociedad de Escritores de Valparaíso.



Carlos René Ibacache en Chillán y Marino Muños Lagos en Punta Arenas a través de sus juicios críticos han sido sólidos defensores de la poesía verdadera en Chile. Insignes poetas de los cuales me honra el contar con su amistad. Bonhomía y auténtica cordialidad constituyen el rasgo común, el sello de sus respectivas personalidades.

En el año 1982, publica Marino Muñoz Lagos "Ocho poemas Meridionales" texto lírico que tuve la oportunidad de comentar a través de "La Prensa Austral" de Punta Arenas.

Carlos René Ibacache, nació en Valparaíso el 4 de septiembre de 1924. Hizo sus estudios básicos en al Escuela Nº 6 (hoy D-253) y los secundarios en el Colegio Seminario (hoy Colegio Padre A Hurtado), ambos de Chillán. Sus estudios profesionales los realizó en la Escuela Normal Experimental de Victoria y en la Universidad Austral de Chile, con sede en Valdivia, obteniendo, respectivamente, los títulos de Profesor Primario y Profesor de Castellano, este último en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Ejerció su magisterio en diversos establecimientos educacionales de Valdivia, pero esencialmente en la Escuela Normal de Valdivia y en la Universidad Técnica del Estado, de la misma ciudad (1948-l973). Posteriormente, se integró a la Sede Ñuble de la Universidad de Chile, en cuya carrera de Pedagogía en Castellano, impartió durante nueve años la cátedra de Literatura Española (1974-1982). Jubiló en la docencia estatal, para integrarse a la docencia particular en el Colegio Concepción, fundado en 1980 en la ciudad de Chillán, del cual es todavía funcionario.

Ha escrito las siguientes obras: "La enseñanza de los ramos humanistas en la Educación Tecnológica Superior" ( 1965); "Florilegio" (antología, 1982); "Contacto Literario" (antología, 1983); "Los días de la memoria" (Crónicas, 1985); "Cervantes y su legado paremiológico" (ensayo, 1985); "Evolución del lenguaje galante"" (ensayo, 1986); "La palabra perdida" (ensayo, 1987); "Presencia de Gabriela Mistral en Chillán" (ensayo, 1989); "Adolescencia y Poesía" (antología del Colegio Concepción, Taller Literario) Primer Tomo, 1990 y Segundo Tomo, 1994; "Añoranzas del medio siglo" (Crónicas, 1996); "Escritores normalistas chilenos" (antología, 1998) y "Pentagrama Literario de Chillán" (con su ensayo "La educación y sus perspectivas para el siglo XXI", en coedición con otros cuatro autores, 1998). Inéditos permanecen aún "Poesía ecológica de Ñuble" (antología); "Las Termas de Chillán en la crónica literaria chilena" (ensayo); "Verbo" (texto didáctico); "Semblanzas literarias de Ñuble" (antología) y "La vida es el presente" (Vivencias). Por su labor pedagógica, literaria y de extensión cultural, ha obtenido diversas distinciones de distintas entidades. Nuestra última visita a su hogar la realizamos en febrero del año 2004, junto a mi esposa Laura Medina Espinoza, nuestra hija Verónica Ossa Medina, Gloria Chueca Solé y Paulina Bustos Rojas.

Marino Muñoz Lagos, natural de Mulchén (1925) estudió en escuelas del sur de su país y en los liceos de Talcahuano y Concepción. Titulado como profesor primario en la escuela Normal de Victoria, ejerció la docencia en diversas ciudades, estableciéndose en Punta Arenas en 1948. Ha visitado diversos países como Canadá, Estados Unidos, Islas Vírgenes, y otros países centro y sudamericanos. Ha publicado los libros de poemas "Un hombre asoma por el rocío" (1949), "El solar inefable" (1953), "Dos cantos" (1955), "Los rostros de la lluvia (1970, Premio Municipal de Santiago 1971), "Entre adioses y nostalgias" (1981), "Ocho poemas meridionales" (1982), "Antología a ras del sueño" (1992), "De distancias y soledades" (1997) y "Los rostros de la lluvia. The faces of rain" edición bilingüe publicada por Editorial LOM (2001). En prosa ha publicado "Crónicas del diario soñar" (1987), "Crónicas de sur a norte" (1992) y "Gabriela Mistral en Punta Arenas", (1994). Columnista permanente de la prensa regional (labor que ha desempeñado ya por cincuenta años), fue el primer presidente de la Sociedad de Escritores de Magallanes. En 1995 recibió el Premio José Grimaldi de la Municipalidad de Punta Arenas. Incluido en diversas antologías nacionales y extranjeras. En abril de 2002 es investido como miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

En el año 1986, tuve la grata noticia que, por su contenido y clara trascendencia, todos mis comentarios y conceptos literarios publicados en revistas y en la prensa nacional habían sido recopilados en Referencias Críticas de la Biblioteca Nacional de Chile. Honor que nunca perseguí, gestión que debo agradecer infinitamente a Miembros de la Academia Chilena de la Lengua, especialmente a Don Ernesto Livacic Gazzano Premio Nacional de Educación 1993, catedrático y prestigiado crítico literario.

Siento una gran satisfacción que mis conceptos literarios han sido acogidos, respetados y reconocidos por la Biblioteca Nacional de Chile.

Mi preocupación es por los escasos críticos literarios, serios y eruditos, que se aventuren con conocimiento de causa en el complejo mundo de la poesía chilena actual. Críticos que sepan distinguir entre el arte de la palabra y el encandilamiento superficial.

Quilpué, 11 de septiembre 2006.-

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